
En estos días de tensiones virtuales y físicas, los medios de prensa cubanos perdieron la oportunidad de abordar un titular que no solo hubiera atraído a la audiencia, sino también ayudado a comprender mejor la naturaleza de los involucrados en las decisiones relacionadas con las telecomunicaciones, informadas por el operador único para sus clientes – casi toda la nación.
Una portada con el título “ETCESA pide disculpas” hubiera contribuido significativamente a desescalar el conflicto y a vindicar la condición humana de acierto y error no solo de la empresa, sino también del Gobierno que evidentemente avaló y dio cauce previo a los anuncios de aquella.
Por respeto al pueblo es preciso reconocer en qué se ha fallado al comunicarlas o al diseñarlas”, dijo el mismísimo jefe de Estado, Miguel Díaz-Canel, en su podcast Desde la Presidencia, poco antes de que la presidenta de ETECSA le siguiera con un claro ruego de excusa pública.
No fue un pasaje menor. Las disculpas públicas son algo muy raro en la política contemporánea – este es, a no dudar, un dilema más político que tecnológico, aunque lleve de los dos – y solo figuras bien plantadas entre la gente, como el expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, por poner un ejemplo, han mostrado el talante suficiente para apelar a ellas sin complejo alguno.
De modo que los periodistas tuvimos un unicornio a la vista y nunca hicimos la foto. Con el genio de la piedra en Santa Ifigenia, desde 2016, en Cuba se dirige y conduce a escala humana, así que lo más natural del mundo es que, sin él, el camino se haga largo y, por momentos, haya que dar un rodeo táctico donde Fidel Castro forzaría tranquilamente las líneas.
Sin embargo, lo esencial es que la actual generación de conductores se asuma y sea asumida como terrenales garantes de ese plan mayor diseñado por los grandes. Personalmente – y sé que en algún momento él mismo escogió el término para firmar sus Reflexiones… – siempre discrepé de aquello de “el compañero Fidel” porque sentí que, en lugar de acompañar, el estadista más grande en un siglo XX repleto de altas prominencias internacionales guiaba y salvaba con naturalidad y precisión asombrosas.
Compañeros son, creo yo, los dirigentes actuales y por eso es más dable y necesario, para ellos y para el ciudadano, el diálogo permanente. Con todo merecimiento, ETECSA está en la cazuela de la opinión pública a una temperatura más alta que la habitual.
Y, por encima del título referido, los reporteros perdimos algo más en el camino. Otra vez dejamos que el grueso de la polémica comunicacional que en buena medida nos toca fuera a pastar en las malas yerbas de las redes sociales.
Desaprovechamos espacios de columna que aparentemente debían hacer su zafra ante asuntos como este y muchos de ellos siguieron en “tiempo muerto”, llenando líneas con los temas de siempre mientras los antagonistas del país y de su periodismo arreciaron su molienda.
Es difícil entender que incluso firmas reconocidas, que cuentan con arraigo en la audiencia y prestigio gremial, con só