Tras más de tres décadas en los medios oficiales, el periodista deportivo Armando Campuzano regresó a la palestra pública para revelar la verdad sobre el ambiente laboral en la Televisión Cubana. Este espacio tóxico y despiadado se caracteriza por la traición entre colegas, oportunismo y obediencia ciega a la jerarquía política.
En una entrevista con El Mundo de Darwin, Campuzano compartió confesiones impactantes, incluyendo su ruptura con el colega y ex amigo Rodolfo García. Acusó a este último de actuar como operador de poder informal dentro del medio, decidiendo viajes y dividiendo al personal en busca de favores mediante el servilismo.
“Profesionalmente es muy buen narrador (deportivo), pero como persona, un hijo de p*** de los grandes”, expresó tajantemente “El Chino”. Campuzano también se refirió a figuras como Julita Osendi, quien vive en Miami y sobre quien lanza tenues críticas, aunque reconoció que siendo mujer logró sobrevivir en ese ambiente hostil.
“En la televisión no hay amigos. Eso quizás lo dio el sistema mediocre que nos tocó vivir, donde tú eres capaz de traicionar a otro por un viaje, un programa o una plaza”, afirmó con total confianza. Denunció además la arbitrariedad en la asignación de coberturas deportivas, que se tomaban entre tragos de ron y al margen de criterios profesionales.
Asimismo, habló de las influencias del régimen en las transmisiones deportivas y dejó una frase potente: “Nadie es comunista en Cuba, ni Díaz-Canel”. Palabras que reflejan el descaro dentro llamado “socialismo” en una isla maldita desde enero de 1959.
Campuzano narró cómo fue castigado por su independencia al viajar a los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, durante sus vacaciones legales. Al ser captado por las cámaras en las gradas, sus superiores lo sancionaron de forma informal, marginándolo de eventos internacionales y bloqueando su desarrollo profesional.
La tensión llegó a un punto crítico cuando protagonizó un altercado físico con un policía en La Habana, lo que desencadenó su decisión definitiva de exiliarse junto a su familia. En 2017, abandonó la isla rumbo a Canadá, donde reside actualmente.
Ya establecido en Norteamérica, Campuzano no busca recuperar su carrera mediática. Al contrario, asegura que su prioridad ha sido vivir con dignidad y en libertad, sin extrañar el micrófono. Planea escribir un libro para denunciar la dictadura desde su experiencia, y reconoce que su exilio fue también una liberación personal y familiar.
El testimonio de Armando Campuzano se suma a una larga lista de denuncias que dejan al descubierto el uso de los medios estatales cubanos como herramientas de control, propaganda y castigo, donde la meritocracia es sustituida por el servilismo y la lealtad al régimen.