
Uniforme del equipo Cuba. Foto: Roberto Morejón/JIT.
Es el primer día de mayo y luego de varias semanas entre comentarios radiales y respuestas individuales sobre a quién considero con más posibilidades de dirigir el equipo Cuba de béisbol al venidero Clásico Mundial del 2026, me lanzo a la piscina de la polémica, con un análisis lo más argumentado posible, que parte de tres nombres: Alfonso Urquiola, Germán Mesa y Pablo Civil.
Antes de mostrar las luces y sombras de cada uno, es imprescindible recordar que la metodología para elegir uno de los puestos de dirección que más roncha y controversia levanta en nuestro país ha sido tan variopinta como mentores hemos tenido. De ahí que eso es lo primero que debiéramos definir, pues la estrategia aprobada para el béisbol cubano dice que se elegirá un director por un ciclo o período de tiempo determinado.
La historia nos recuerda que en épocas pasadas tuvimos una especie de dinastía beisbolera con nombres como Servio Borges, Jorge Fuentes e Higinio Vélez, que ganaran o perdieran en las Series Nacionales o Selectivas iban a dirigir la selección nacional. Y lo hicieron por muchos, muchísimos años, hasta que un fracaso puntual lo removiera. Luego pasamos a tener casi un mánager por año para ese equipo principal, responsabilidad que caía en quien ganara la Serie Nacional.
De ahí que este nuevo escenario obliga a pensar cuál de esas tres formas vamos a adoptar. Es bueno además conocer que para el reto venidero al que nos enfrentaremos resulta un componente importante haber tenido alguna experiencia en el béisbol profesional, pues a veces queremos dirigir a ese conjunto con fórmulas trilladas de la Serie Nacional y desconocemos que el pelotero profesional que se convoque (tal y como ha sucedido ya) tienen rutinas, modos de entrenar y conocimientos diferentes y superiores a los nuestros, por lo que la dirección debe estar a su altura.
Alfonso Urquiola. Foto tomada del Facebook del autor.
Primer candidato: Alfonso Urquiola. La magia del pinareño para dirigir se basa en la confianza que ofrece a los peloteros, su inteligencia natural para tomar decisiones en un juego de pelota (sobre todo en momentos cumbres), así como esa experiencia ganada no solo con elencos vueltabajeros y equipos Cuba, sino en ligas profesionales como la de Panamá, donde ha llegado a ganar campeonatos.
Los argumentos que pueda tener Urquiola en contra están dados por no estar vinculado directamente a ningún equipo en ninguna categoría en la actualidad. Y para decirlo también sin tapujos: por la libertad que siempre ha pedido para dirigir, algo que muchas veces no gusta a los federativos. Los más veteranos recordaremos Winnipeg 1999.
Sin embargo, Urquiola es, sin duda, un mentor ganador a nivel internacional. Posee todos los títulos en sus vitrinas, menos el olímpico (por el que hubiera optado en Sydney 2000 tras clasificar un año antes). Es el único que ha podido ganar una Serie del Caribe tras el regreso de Cuba a estas lides y aunque su veterania pudiera hacer pensar alguno que no está actualizado en las tendencias modernas del béisbol, nada más alejado de la realidad,