
El desorden en el equipo de política exterior de Donald Trump refleja el caos y la incertidumbre que ha impuesto al mundo en los últimos tres meses. La destitución del asesor de seguridad nacional Mike Waltz por parte del presidente este jueves y su decisión de entregar la cartera de Waltz en la Casa Blanca al secretario de Estado Marco Rubio se producen en un momento tenso en las relaciones internacionales.
La guerra comercial que Trump inició con China está empezando a dañar la economía sin una salida fácil. El esfuerzo de la administración por forjar la paz en Ucrania aún no ha dado frutos. Y el poder blando estadounidense se ha visto obstaculizado por los ataques de Trump a sus aliados y su restricción a la ayuda estadounidense.
Pero el mayor desafío para Rubio estará en casa. Incluso si hace un gran trabajo, es poco probable que pueda imponer mucha coherencia en la política exterior estadounidense. Esto se debe a que la influencia más importante, y quizás la única, en el papel global de Estados Unidos es el propio Trump.
El presidente es impredecible, volátil y está decidido a implementar políticas que subvierten los principios de liderazgo global estadounidense, arraigados desde la Segunda Guerra Mundial. Congracia con autoritarios, amenaza con anexar territorios de los aliados de la OTAN y trata la política exterior más como un gran negocio inmobiliario que como una cuestión de Estado.
Esa es una de las razones por las que su enviado, Steve Witkoff, magnate inmobiliario, está a cargo de las conversaciones sobre Ucrania, Medio Oriente e Irán, un papel que ya ha suscitado dudas sobre la influencia de Rubio en la política exterior.
El objetivo del enfoque de Trump no es enviar al mundo el mensaje de que Estados Unidos es una potencia estable y consistente en la que se puede confiar. Esto es lo que querían sus votantes, quienes creyeron en su afirmación de que el mundo siempre ha estado estafando a Estados Unidos.
El mejor argumento para este enfoque errático lo presentó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en el programa “This Week” de ABC News, al hablar sobre la escalada comercial del presidente con China: “En teoría de juegos, se llama incertidumbre estratégica”, dijo Bessent. “Así que no le vas a decir a la otra parte de la negociación dónde terminarás”.
Los críticos de Trump tienen otra descripción: caos total.
Para complicar aún más la postura de Rubio, cualquier política implementada por los subordinados de Trump puede verse afectada en cualquier momento, como descubrió su equipo de seguridad nacional durante su primer mandato. La idea de que los funcionarios trabajen a voluntad del presidente nunca antes había estado tan garantizada como su impermanencia.
Su liderazgo ad hoc quedó subrayado este jueves cuando Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado, fue informada de las nuevas responsabilidades de su jefe por Kylie Atwood, de CNN, durante una sesión informativa.
Todo esto significa que Rubio enfrenta enormes desafíos como el primer funcionario en desempeñarse como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional desde Henry Kissinger, y lo hace bajo un presidente cuya política exterior es una extensión de su personalidad volátil.