
Pinar del Río. Ismaray Pozo escribe sin reparar en temas o estilos. “Solo trato de escucharme, de buscar esa latencia que resulte un llamado personal”, dice, y añade que “la pretensión última es que lo que hago se parezca cada vez más a mí”.
Hace pocos días, esta joven pinareña (Puerta de Golpe, 1987) aficionada al jazz ganó el Premio La Gaceta de Cuba, con su conjunto de poemas Las actas de la guerra. “Es una noticia que celebro aún con júbilo y sobresalto”, afirma.
Su obra ya había sido reconocida anteriormente con el Premio Luis Rogelio Nogueras 2018 y con una mención en el Premio Uneac Julián del Casal 2020. Sin embargo, recibir la Gaceta marca un antes y un después en su carrera de escritora.
Cuenta que en casa siempre hubo muchos libros y que su padre era un gran lector. “Este fue mi despertar a la literatura”.
Graduada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, y con una maestría en la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, de Pinar del Río, Ismaray tiene tres poemarios publicados: Regresiones (2017), Abisales (2018) y La recitante (2019); y es autora además de varios títulos inéditos.
Antes de consagrarse a la poesía, incursionó en la narrativa; trató de hacer una novela inspirada en aquellos grandes autores de la colección Huracán, cuyos textos se atesoraban en casa.
Luego vendrían nuevos acercamientos: “Tengo varios cuentos inéditos y recientemente he colaborado con algunas reseñas en las revistas La Jiribilla y Cubaliteraria. Aunque prefiero escribir poesía”.
Sobre el origen de su vocación, explica que no sabría definirlo con certeza: “La resolución rápida del asunto sería pensar que fui elegida por ella. En el fondo, fue solo el modo que hallé de comprender e interpretar el mundo”.
Confiesa que al poema llega por caminos diversos: “A través de los sueños, en la vigilia, lo que veo, lo que intuyo… Lo bueno para el poeta es que el material, la fuente de trabajo primario está en todas partes, simplemente hay que agarrarla, asirla siempre que se pueda”.
No tiene un tema preferido: “La misma expansión del hecho poético hace que todo sea interesante ante mis ojos, una planta, un pájaro, el nido. Me atrae todo lo que atañe al hombre, sus relaciones, así como la búsqueda de lo que lo trasciende”.
Callada e introvertida, durante mucho tiempo mantuvo sus textos en el anonimato: “Escribía para mí y era celosa de compartir o mostrar lo que hacía. Fue después de enviar un cuaderno al Premio Calendario que otorga la Asociación Hermanos Saíz, y resultar una de las menciones, que me dije: ¿por qué no seguirlo haciendo?”.
-Después de ganar La Gaceta, ¿qué pueden esperar de Ismaray en lo adelante los lectores?
-Con suerte, nuevos libros, poesía mediante.
-¿Con qué sueñas hoy como escritora?
-Solo ahora, después de