
Leído en la adolescencia, “Pasajes de la guerra revolucionaria marcó, en mi caso, un entendimiento distinto de lo que había sido la guerra de liberación en Cuba”. Con todas las características del buen testimonio, Ernesto Guevara de la Serna logró un relato más humano de la historia y sus protagonistas con una honestidad tal que conduce al asombro y al estremecimiento.
Quienquiera que admire al “Guerrillero Heroico” y en especial su capacidad para contar, podría sustraerse entonces a la lectura de “Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo?”, máxime cuando se trata de un episodio no tan conocido, aunque estrechamente ligado a la historia de la Isla y su internacionalismo.
El texto (Editorial de Ciencias Sociales, 2013, segunda edición crítica), publicado por primera vez en 1998, lejos de defraudar, sorprende y emociona. En las páginas minuciosamente revisadas por Fidel, se revela la estatura de quien el propio Comandante en Jefe caracterizó como un hombre de lúcida y noble inteligencia, intachable conducta e inquebrantable carácter de revolucionario íntegro.
“Esta es la historia de un fracaso”, apunta el Che al inicio; no es la única ocasión en que el autor usa la autocrítica con dureza: “no tuve la suficiente decisión”, escribe en un momento, mientras que en otros se permite cierta visión jocosa de sí mismo: “mis cualidades diplomáticas nunca han sido muy grandes”, “debía utilizar mis proverbiales descargas, que no son muy suaves”.
Esta resulta, no obstante, la opinión del autor, la historia de una epopeya. Así como critica también la actitud de otros cubanos, soldados o jefes congoleses, siempre con el deseo de que tales experiencias sirvan para aprender de ellas, hay un sinnúmero de pasajes que hablan de entrega, de sentir por los otros; así como de experiencias tan naturales como la soledad o el miedo.
Como se apunta en la nota editorial: “La participación del Che en la guerrilla congolesa resulta expresión de una práctica internacionalista consecuente con sus tesis liberadoras tercermundistas; en sus propias palabras, era ‘parte de una idea de lucha que estaba totalmente organizada en mi cerebro'”. Es, pues, nueva afirmación –ya en madurez– de esa confluencia entre pensamiento y acción, que se articulan de manera creciente a lo largo de su vida, hasta la gesta boliviana.
Hay episodios de extrema comicidad, como la caída al agua del apodado “Tremendo Punto”, y otros desgarradores, como la muerte de Bahasa, el cubano Orlando Puente Mayeta, de la que el Che se duele y culpa.
Transido del compromiso con la verdad, y de la convicción de que “a un auténtico revolucionario hay que pedirle más, porque tiene más que dar”, Pasajes… es prueba de que aquel que quería primero arremeter con la adarga al brazo y después escribir, encontró también en las palabras un arma efectiva de lucha. Leer sus cuartillas implica un viaje apasionante a las certezas de un jefe y a sus dudas, a las lecciones de un guerrillero y estratega militar, a las convicc