
El jefe de la Misión de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, protagonizó una escena inusual en la diplomacia este jueves cuando se unió a un juego de dominó en las calles de Camagüey con un grupo de jóvenes. La escena fue compartida por la Embajada de EE.UU. en su cuenta oficial de X y muestra al diplomático aceptando la invitación a jugar.
“Unos jovencitos en Camagüey me invitaron a mi primera partida de dominó en Cuba — ¡qué divertido! ¿Adivinen quién ganó?”, escribió Hammer en tono distendido, reflejando el espíritu de cercanía que ha caracterizado sus visitas recientes a diversas regiones de la isla.
La escena forma parte de una serie de encuentros impulsados por Hammer desde su llegada a La Habana, donde ha sostenido conversaciones con ciudadanos comunes, activistas y opositores. “Quiero hablar con cualquier persona que quiera compartir sus perspectivas”, expresó Hammer recientemente.
Su presencia en sitios emblemáticos como el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre y su disposición al diálogo cara a cara con cubanos de distintas esferas ha despertado el interés y la incomodidad del régimen cubano, que lo ha acusado de injerencia en asuntos internos.
El gesto informal de sentarse a jugar dominó en la calle refuerza su mensaje de conexión directa con el pueblo cubano y busca establecer un diálogo directo con la sociedad civil cubana. Mientras las tensiones políticas persisten, Hammer apuesta por una diplomacia cercana, simbólica y al ras del suelo.
La escena puede leerse como una versión cubana y contemporánea de la célebre “diplomacia del ping pong”, utilizada por Estados Unidos y China en los años 70 como catalizador para el acercamiento entre dos potencias ideológicamente enfrentadas. La “diplomacia del ping pong” nació en 1971, cuando un inesperado intercambio entre jugadores de tenis de mesa de EE.UU. y China allanó el camino para el histórico viaje de Richard Nixon a Pekín.
En ese mismo espíritu, Hammer al compartir una partida de dominó con jóvenes camagüeyanos transmite un mensaje claro: la conexión directa entre las personas puede romper barreras políticas y establecer un diálogo más profundo.