
Arián Iznaga Ardiles escapó de su casa a los ocho años para unirse a su padre en el central Antonio Finalet de Villa Clara.
El pequeño practicaba judo con el profesor Amado, pero una caída le causó un derrame en el ojo derecho, resultando en la pérdida de la visión en ese lado.
A pesar de sus dificultades para distinguir objetos desde lejos, Arián comenzó a conducir el jeep de su padre a una edad temprana y se lesionó gravemente a los 12 años al chocar con una motoniveladora.
Su padre sufrió un ataque cardíaco, se le reventaron las venas de los pies y le amputaron los dedos meñiques. Arián abandonó la escuela para cuidarlo y cuando su madrastra lo dejó solo, el niño tuvo que aprender a cocinar.
Después de que su padre falleció en 1994, Arián se unió a la Asociación Nacional de Ciegos y comenzó a practicar atletismo con el profesor Jorge Luis Pérez Pérez.
En 1997 ganó tres medallas de oro en el Campeonato Nacional de Santa Clara. Luego sumó siete títulos mundiales, incluyendo un récord mundial en los 100 y 200 metros en Madrid en 1998.
Arián también corrió en el Mundial de París en 2002, donde obtuvo dos nuevas coronas y registros planetarios.
En 2004 sufrió una lesión grave pero pudo competir en Atenas, donde obtuvieron plata en el relevo 4 x 100. En Beijing-2008 logró un bronce histórico en los 200 metros con la ayuda de su guía Yaseen Pérez.
Aunque ahora reside temporalmente en Brasil, Arián mantiene una profunda conexión a Cuba y está listo para regresar siempre que sea necesario: “Cuba es mi razón de ser”.