
El colapso habitacional vuelve a alertar sobre la situación crítica en Cuba. En Matanzas, un edificio de 13 plantas experimentó un desprendimiento de concreto, poniendo en peligro la vida de transeúntes.
Un vecino testificó el incidente en su perfil de Facebook, describiendo cómo un bloque de concreto se desplomó repentinamente justo al lado de su hijo menor. El impacto dejó a la ropa del niño rasgada y causó un rasguño leve.
El inmueble, conocido popularmente como “el edificio del Polinesio” o “el de la bandera cubana”, presenta graves daños estructurales, incluyendo placas visiblemente dañadas, escaleras en mal estado, olor fétido y ausencia total de iluminación y ascensores.
Además del riesgo por desprendimientos, los residentes enfrentan condiciones de vida inhumanas, como escaleras rotas, basura acumulada, hedor permanente y oscuridad total en los pasillos. Subir los pisos se convierte en una tarea peligrosa para personas mayores o con movilidad reducida.
Vecinos han alertado que al menos tres edificios más en la zona presentan condiciones similares, y que las modificaciones improvisadas han aggravado la vulnerabilidad de las construcciones. El incidente en Peñas Altas se suma a la larga lista de colapsos parciales o totales de edificios que han cobrado vidas en los últimos años.
Según cifras oficiales, más del 37 % del fondo habitacional del país se encuentra en estado “regular o malo”. La falta de inversión, mantenimiento y políticas eficaces ha convertido el derecho a una vivienda segura en una emergencia nacional silenciada.
El incidente representa una muestra más del abandono estructural, donde los ciudadanos deben preocuparse no solo por apagones o escasez de alimentos, sino también por el peligro real de que el techo se les venga encima.