
Entre los cientos de combatientes españoles que integraron el Ejército Libertador de Cuba se destaca la figura del general de División José Miró Argenter. Nacido en Sitges, Cataluña, el 4 de marzo de 1851, fue el segundo hijo del matrimonio formado por el abogado José Miró Armengol y Joaquina Argenter Llopis.
Desde niño mostró el temperamento inquieto que lo caracterizara de por vida, y gran agilidad mental. En la escuela de su pueblo natal, en la cual aprendió las primeras letras, sobresalió por su inteligencia, aunque no por la disciplina. En 1869 se graduó como bachiller y comenzó en Barcelona estudios de Medicina, los cuales abandonó al terminar el segundo año, porque «(…) no me gustó la carrera que había elegido…»
Rebelde por naturaleza, en 1872 abandonó Barcelona para, en unión de unos amigos, levantarse en armas bajo la bandera del carlismo. Por su cultura, inteligencia y audacia, el improvisado militar fue ascendido a teniente, otorgándosele el mando de una compañía. Pacificada Cataluña, retornó al hogar, donde se encontró con la triste noticia de que su madre había fallecido.
A mediados de 1874 arribó a Cuba, recomendado por su padre para trabajar en la casa comercial de Barahona y Domenech, catalanes residentes en La Habana. Su estancia en esta ciudad le permitió identificarse con la causa de los cubanos. Refiriéndose a aquella etapa de su vida, señaló: «Allí pude medir los horrores que cometía el gobierno en contra de los cubanos, los crímenes que contra ellos se realizaban por cualquiera que había nacido en la Península, contra uno de nacimiento cubano; las denuncias, las prisiones, las deportaciones, la muerte, etc. Yo no pude menos que simpatizar y hacer causa común con el oprimido pueblo que tan heroicamente se debatía por la libertad, en los campos de batalla»
Aquejado de una dolencia intestinal, se trasladó a Santiago de Cuba en 1876. Dos años después, comenzó a desempeñarse como capataz del ingenio Río Grande, propiedad de dos íntimos amigos suyos de apellido Catasús, también catalanes. Allí laboraba cuando, el 8 de mayo de 1878, se produjo la entrevista de los generales Arsenio Martínez Campos y Antonio Maceo, previa a la salida del jefe cubano rumbo a Jamaica.
En 1881, abandonó el ingenio y marchó a Santiago de Cuba para dedicarse a la labor periodística. Transcurridos dos años, en desaprobación a los abusos cometidos por un alto funcionario contra un negro, publicó en el periódico santiaguero La Nueva Era un artículo por cuyo contenido fue sancionado a tres años y medio de cárcel, los cuales le fueron conmutados por el destierro a 20 leguas de la ciudad.
Decidió entonces establecerse en Holguín, donde poco después asumió la dirección del periódico La Doctrina. Bajo la fachada del autonomismo, hizo de aquella publicación un arma para expresar sus ideas independentistas. En un artículo, criticó abiertamente al alcalde de la